Manolito “El Arroz”, de edad imprecisa, origen expósito, y adoptado por el barrio donde vive en un cuartucho con un catre en la entrada del Patio de Pasajes, se enamora de Anita “la de Cueva Bermeja” en uno de los momentos de licencia del sanatorio de los que disfruta la joven. Así, en esta narración, donde se nos revela un momento histórico reciente; nada sucedió, nada es verdad, ningún personaje existió, al menos tal como se refieren a lo largo del texto. Vagamente pretende ser una chinoiserie, un juego irrelevante de sucesos que engarzan una escenografía y una trama.
El autor no pretende más que un sueño amante de barrio de vieja ciudad: como las historias del Gran Sertao de Güimarães Rosa, como la pertinaz gloria del Buenos Aires de Mujica Láinez, como una alucinación sentimental y, en fin, como el lector quiera que sea.
